mi cornudo me tapo los ojos(relato)


Os voy a contar mi experiencia de un viajecito corto a Madrid, y la sorpresa que me preparó marido.
Aprovechando el puente de la constitución decidimos pasar unos días en Madrid. Mi marido me dijo que me tenía que guardada una sorpresa especial para aquel viaje. Me preguntó si confiaba en él, y le dije que sí pero que quería saber algo más de qué se trataba.
- Es una sorpresa morbosa – Me dijo.
- ¿Sí? Tendré que arreglarme un poco. ¿Cuándo?
- Mañana.
Pasamos aquel día con insinuaciones sobre qué podía ser. Ya por la noche le pregunté que por qué no me daba la sorpresita ahora. El me contestó que lo había organizado todo para mañana. Aquello me hizo sospechar, ya que el hecho de que hubiera organizado algo podría implicar que más gente estuviera en el ajo.
- Haremos una cosa . Sólo te haré una pregunta más, y si me la contestas, no preguntaré más sobre el tema. – Me miró sonriéndome y aceptó.
- Vale. ¿En esta sorpresa participará más gente a parte de ti y de mí? – Él se rió, y tras un silencio dramático me contestó un simple “sí”.
Aproveché la mañana siguiente para arreglarme y ponerme guapa para lo que tuviera que ocurrir. Fuimos a comer a un restaurante y fuimos al hostal a hacer una siesta. Por la tarde, salimos para ir de compras y justo antes de meternos en una de mis tiendas de ropa preferida, me hizo desviarme hacia un portal que estaba abierto. Una vez allí nos dirigimos al ascensor.
- ¿Dónde vamos cariño?
Nos metimos en el ascensor y me dijo:
- Esta es tu sorpresa. – Se sacó una venda de la bandolera y me tapó los ojos.
- ¿Qué has preparado? Me das miedo.
- Tú tranquila. No te va a pasar nada malo y no ocurrirá nada que no te guste.
- Ufff, estoy muy nerviosa. No me dejes sola ¿vale?
- Vale.
- Ya podrías haberme avisado que era ahora. Me habría puesto algo más sexy.
- Así son las sorpresas jajaja.
El ascensor se detuvo y  me ayudó a salir. Andamos unos pasos y oí como sonaba un timbre. Una puerta se abrió, y sin mediar más palabras mi novio me guió hasta el interior de lo que debía ser una casa. Mi marido me ayudó a quitarme el abrigo me cogió el bolso. Iba vestida con unos vaqueros y un jersey ajustado de cuello alto.
Me senté en un sofá y me dijo al oído:
- Estate tranquila y disfruta. Yo no me separaré de tu lado y no dejare que te pase nada malo.
Oí pasos y al rato unas voces masculinas que susurraban entre ellas. Mi marido me ayudó a levantarme y me hizo dar una vuelta sobre mí misma. Me debía de estar mostrando. Oí más pasos.
Sin soltarme, mi marido me guió hacia delante. Estaba totalmente desorientada. Me dijo que me arrodillara. Noté una alfombra.
Me arrodillé y justo mis pechos fueron a dar con unas rodillas. Me coloqué torpemente y aquellas rodillas se abrieron. Mi marido me ayudó a colocarme entre aquellas dos piernas. Unas manos fuertes me acariciaron los hombros y la espalda. Acaricié las piernas de aquel desconocido, y por la cantidad de pelo debía de ser un hombre.
- Aquí todos sabéis qué está pasando menos yo.
- Qué buena que está.. – Oí que decía una persona a mi espalda. Por el tono debía de ser un chico jovencito.
- No sé ni cuántos sois ni quienes. Para quedarme más tranquila ¿Os gusto chicos?
Oí un “Sí” a coro. ¿Cuántas personas habría? ¿3? ¿4? ¿5? Era difícil saberlo.
Fui subiendo mis manos por aquellas piernas desconocidas hasta que me encontré con una polla en erección. La agarré y empecé a masturbarla lentamente.
- ¿Te gusta que se la casque a un extraño cariño?
- Sí , me pone muy cachondo. Yo también me la estoy cascando.
Me acerqué a aquel miembro y le di una chupadita.
- ¿Por qué no la quitas el jersey? – oí a un desconocido decir.
Mi marido me ayudó a levantarme y me hizo girar. Me subió el jersey y en el proceso se me movió un poco la venda.  me la ajustó rápidamente pero pese a que no pude ver a nadie, sí me di cuenta que estaba en un piso grande, y que por la zona en la que estaba ubicado debía de ser de lujo.
Ya en sujetador, mi marido me guió de nuevo para estar de rodillas en la alfombra. Volví a tocar unas piernas, pero me dio la impresión que eran de otra persona. Esta en concreto se trataba de un hombre con una buena panza. Me lancé directa hasta su polla y empecé a marmársela. La tenía pequeña, y me la metía entera en la boca. Oí el sonido metálico de un cinturón a mi derecha, y de repente unas manos empezaron a tocarme las tetitas.
- Qué ganas de follármela. – Otra vez la voz de aquel chico joven. Creo que era el que me estaba tocando las tetas.
Me quitó el sujetador y las dejó al descubierto. Oí la voz ronca del hombre al que se la estaba chupando decir:
- Joder, tenía razón. Parece una chiquilla. ¡Vaya cuerpo!
- No soy una chiquilla, pero te la voy a chupar como si fuera una piruleta – le dije.
El hombre empezó a gemir de placer. Alguien me apartó un poco y entre dos personas me ayudaron a quedarme en tanga.
Palpando, llegué a coger dos pollas y masturbarlas a la vez. De repente alguien se colocó debajo de mí. Debía de ser el chico más joven. Con delicadeza, me acarició las piernas y finalmente el tanga. Yo movía la pelvis excitada. Pegué un grito sorprendida cuando el tío apartó mi tanga a un lado y comenzó a chuparme el coñito. Estaba muy excitada y el hombre gordo se acercó más a mí para que se la chupara. Noté algo como un dedo en la mejilla. Me giré y me metieron una polla en la boca.
El chico que me estaba haciendo un cunilingus se apartó, y ante mi sorpresa, noté algo duro en la entrada de mi coño. El chico me agarró el culito y empezó a meterme un buen pollón. Comenzó un lento mete-saca hasta que me acostumbré a su aparato. Era extraño estar siendo follada en aquella oscuridad. Los otros dos hombre no paraban de darme golpecitos con sus penes en la cara para que les hiciera caso. Se las chupé alternativamente e incluso intenté ambas a la vez.
El chico se salió de mi interior y el hombre obeso me cogió de las manos y tiró de mí. Al principio no sabía qué quería que hiciera, pero al final entendí que quería que me subiera encima de él. Le escalé con dificultad y guié su pequeño pene hasta mi coño. Entró entera. Me apoyé sobre su pecho y empecé a cabalgarle. El hombre me chupaba y besaba el cuello y las tetitas mientras me follaba gimiendo sin parar. El otro hombre se puso a mi lado y noté cómo me guiaba hasta su polla. Se la chupé al tiempo que cabalgaba a aquel hombre.
De repente, el hombre empezó a gemir. Se sacó la polla y empezó a correrse sobre mi culo. Sin darme tiempo apenas a recomponerme, el otro hombre me hizo tumbarme de lado sobre aquella alfombra y se colocó detrás mía. Empezó a follarme con brutalidad y se corrió dentro de mí. Me quedé sola y desorientada en el suelo hasta que de repente noté algo que caía sobre mí. El chico joven se estaba corriendo sobre mi cara.
Mi marido me limpió la cara y me dijo que ahora le tocaba a él. Se tumbó encima de mí en la postura del misionero y comenzó a follarme. Por lo que le conocía, debía de estar muy excitado porque me follaba como un conejo. En un momento dado, la venda se me aflojó y comenzó a caérseme por un lado. A través de aquel ojo libre pude ver que efectivamente estaba en un piso de lujo.
Identifiqué al hombre obeso de unos cuarenta y tantos sentado en una silla masturbándose, en otra silla al otro hombre de unos trentaitantos ya vestido y en la última silla a un chico de veintitantos masturbándose a gran velocidad. Éste último me sonrió y guiñó un ojo. Le saqué la lengua y comencé a hacer gestos sensuales con la misma. Él se acercó y me metió la polla en la boca. Se la chupé con eficiencia hasta que se corrió dentro de la boca. El semen resbalaba por mi cara y caía en la alfombra. Mi marido me follaba como un toro hasta que no aguantó más y se corrió dentro.
Se separó y los 4 hombres me aplaudieron. Me quité la venda y me guiaron hasta un baño donde me limpié.
Durante los días restantes en Madrid, no paramos de comentar aquella sorpresa que tanto habíamos disfrutado.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Que buen relato
Att trendemedianoche69@gmail.com