relatos para cornudos


                                                        CORNEADOR PRINCIPIANTE                                                                                                                               no soy homosexual, más bien bisexual pues me gustan por igual los penes, los coños y los pechos grandes. Por lo tanto, la mejor solución para calmar mis fantasías era contactar con una pareja. Después de contestar a varios anuncios de la revista y escribirme con la pareja que más me interesó y que era, precisamente, de aquí, de Albacete, los tres estábamos ansiosos de conocernos. Nos citamos en una cafetería y al encontrarnos por primera vez estábamos un poco nerviosos, nos quedamos mirándonos pero hubo una mutua aprobación desde el primer momento. Hablamos de nuestros gustos y tras unas cuantas copas, quedamos en volver a encontrarnos ese mismo fin de semana para ver que hacíamos.
Era una tarde muy lluviosa y al encontrarnos nos fuimos directamente a un motel en las afueras de la ciudad. Ya en la habitación, pedimos una botella de brandy y una vez el camarero hubo salido, comenzamos a desvestirnos. El primero que se desnudó fue Alberto, quien dejó mostrar su grueso y largo pene moreno. Luego se desvistió Betty y pude ver que no me había equivocado al apreciar su belleza estando vestida. Poseía un cuerpo lleno de curvas, una cintura estrecha, un culo salido y respingón, unos pechos que, desnudos, parecían dos grandes toronjas a punto de madurar, y un coño muy bien afeitado, con el pelo bien recortado, dejando la raja al aire por completo. Por último, un poco tímidamente al comienzo, me desnudé yo.
Los tres entramos en la bañera, donde estábamos bastante apretados, todo hay que reconocerlo, pero donde también el contacto tan directo de nuestros cuerpos ayudaba a excitarnos. Entonces comenzamos a enjabonarnos mutuamente. Fue una sensación muy placentera. Luego, limpios y secos, nos metimos a la cama. Inmediatamente Alberto me pidió que empezara a acariciar a su esposa, ya que él quería verme haciendo el amor con ella. Yo, sin ningún problema, comencé por lamer sus grandes pechos que me parecían dos grandes montañas, chupando unos pezones que, lentamente se iban endurecido y crecían de tamaño. Ya muy excitado y con mi polla a punto de reventar, bajé a su chocho lamiéndolo a fondo hasta que la dejé toda lubricada y entonces, de un salto, me monté sobre ella, le separé todo lo que pude sus muslos y metiéndole la polla en todo el coño, hasta los huevos, comencé a chingarla. Ella jadeaba y pedía más. Mientras yo me follaba a la mujer, Alberto se colocó de rodillas sobre la cama, frente a mi cara y agarrándose su endurecida polla, me la metió sin avisar en la boca hasta la garganta. Yo siempre había deseado esto ya que, como he dicho al principio, mi contacto con una pareja era para experimentar el placer, tanto femenino como masculino, pero estuve un rato sin saber que hacer, con la boca llena de la primera polla de mi vida.
Al final, empecé a darle chupadas y chupadas, lo mejor que sabía sin dejar de entrar y salir del ardiente coño de su mujer, haciéndola correr casi sin descanso. Cuando pensé que ya me venía, saqué mi verga del hermoso y chorreante coño de Betty y sentándome sobre sus gordas tetas, se lo metí a ella en la boca. Ella sabía chupar muy bien. Me hacía sentir como en el cielo mientras Alberto seguía con su pene en mi boca. Me daban arcadas y parecía que me iba a ahogar pero, entonces, él me lo sacó y me dijo que cambiáramos de posición. Los dos se agacharon y comenzaron a chupetearme el pene al tiempo. A veces se alternaban. Yo sentía un completo éxtasis como nunca antes. Luego vino lo mejor ya que, libre, por fin, de prejuicios me atreví a decirle a Alberto:
- Penétrame por detrás mientras tu esposa me la chupa pero, por favor, con mucho cuidado ya que será la primera vez.
El no se lo hizo repetir y agarrándose su enorme polla, colocó la punta sobre mi agujero y de un solo empujón me metió todo el capullo en el culo. Lancé un ahogado alarido ya que sentí mucho dolor, pero le indique que siguiera apretando hasta metérmela por entero. El me hizo caso y a los pocos minutos sus cojones chocaban contra los míos, señal de que la primera verga, más gorda de lo que yo hubiera soñado, estaba dentro de mi, haciéndome suyo, poseído por mi primer hombre.
Tras varias entradas y salidas por mi recto, aquel inquisitivo dolor se fue trasformando en un suave placer. El bombeaba y bombeaba mientras que yo jadeaba constantemente. Ya no creía poder aguantar más, pero Alberto se cansó y entonces quedamos los tres sueltos nuevamente. Pero faltaba lo último de este completo trío. Entonces yo volví a montarla a ella pero clavando mi polla no en su coño, sino en su culo. La había puesto a cuatro patas y así la enculaba mientras que yo era enculado por su marido. Sentía mi polla apretada por el anillo anal de la mujer pero también como mi anillo apretaba y comprimía la enorme polla de su marido. Era como si él se estuviera follando a sus mujer a través de mi cuerpo. Alberto jadeaba y jadeaba. Entonces reventamos los dos, casi al mismo tiempo, en una enorme explosión orgásmica, mientras que Betty, casi exhausta, se tragaba todo mi esperma por el culo como yo me tragaba el de su esposo por el mismo sitio. Fue una experiencia muy placentera y excitante que espero repetir muchas otras veces con este matrimonio amigo o con otros que logre contactar por medio de nuestra revista. Si tengo suerte una vez más, ya os contaré lo que ocurra

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