en el hotel


Sentí que uno empezaba a subir por mis piernas, mientras que el hombre que me acariciaba la espalda empezaba a bajar con boca y manos. Uno llegó a mi coño donde, después de recorrer con la yema de sus dedos, sus labios y lengua el interior de mis muslos, pegó sus labios a los labios de mi coño que estaba empapado y casi caían gotas de líquido de lo caliente que me sentía. Pero el placer no era solo allí. Otro seguía acariciando mis senos mientras me besaba la boca y él de la espalda llegaba a tu trasero, manoseando mis nalgas, las cuales abría para colocar la punta de su lengua en mi ano.
Sentía el placer en mis tetas, en mi coño, que me lo estaban comiendo con la lengua y uno de sus dedos y de un momento a otro noté que otra lengua empezaba a explorar mi culo, sintiendo como la punta de la lengua acaricia el anillo de mi ano y cuando no es ella, es un dedo grueso. En medio del sexo oral múltiple que me daban, sentí que el hombre que me manoseaba las tetas me acercaba una silla. No lo entendí ni me importó, pronto sabría para qué.
Cuando él se subió en ella y sentí algo cerca de mis labios los abrí y de inmediato reconocí que era una polla, pero no una cualquiera, pues mi boca casi no da abasto para ella e incluso pude sentir en mis labios y lengua, cuando la estaba mamando, el grosor de sus venas, lo que me impactó, pero a la vez me daba mucho placer. Fueron minutos de placer, tanto era así que me empezaron a temblar las piernas. Seis manos recorriendo mi cuerpo entero a la vez, una buena polla en la boca, mientras que me estimulan el culo y el coño a la vez. Pero cuando mis piernas ya no resistían, todos se separaron de mí y uno me llevó hasta la cama, donde me acostaron boca arriba. En ese instante, me manosearon de forma desordenada, manos por todos lados, bocas, lenguas por otros, hasta que uno de ellos colocó sus rodillas al lado de cada uno de mis hombros y su rabo en mi boca. Fue impresionante pues con solo dos lamidas, la reconocí. Era la de mi amante.

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