CON MI CORNUDO



Tomé con suavidad aquel tallo por su base con una de mis manos, mientras con la otra recogía las gruesas pelotas que pendían como frutas maduras. Lentamente, aguantándome las ganas, recreándome un poco en mis actos, lamí los jugos que me eran ofrecidos. Después lamí el glande por arriba y por abajo, y retirando suavemente el prepucio, rodeé con mis labios la gruesa cabeza, mientras mi lengua jugueteaba con sus terminaciones nerviosas y le hacían resoplar de puro placer.

Comentarios