el invitado


No pude decir que no, tuve que aceptar que el imaginármelo había sido fantástico, y que deseaba hacerlo realidad, en verdad quería sentir dos vergas en mí, no pude negarme, mi putería no pudo negarse. Y fue que el fin de semana siguiente apareció Marco…
Todo el fin de semana, cada vez que teníamos sexo mi marido y yo no dejaba de imaginar el estar con otro hombre, lo que me provocó muchísima calentura y unos orgasmos increíbles.
El lunes, mi esposo volvió a salir de viaje sin hacer ningún comentario de nuestro nuevo acuerdo, por lo que pensé que se haría realidad en el mediado plazo, cada noche al llamarnos por teléfono tampoco hacía ninguna referencia a nuestro "proyecto", lo que mas excitación me causaba pues yo era quien ahora lo deseaba de manera urgente.
Como todos los viernes, al llegar mi esposo lo recibí semidesnuda y lista para darnos placer antes de cenar. En esta ocasión, de regalo me trajo de un sexshop un antifaz que no me permitía ver nada y preparó la cámara fotográfica, me pidió que me pusiera un baby doll negro y encaje rojo que le encanta e inició una sesión fotográfica con posiciones muy sensuales y sugerentes mías. En algún momento me pidió que me colocara el antifaz y continuó la sesión fotográfica, yo comencé a calentarme (debo confesar que no me agrada mucho el exhibirme, ni retratarme sexy, pero en esta ocasión me encontraba muy caliente por todo lo que había estado pensando durante la semana) y a recorrer mi cuerpo con mis manos acariciándome los senos y la entrepierna, pellizcando mis pezones y mi clítoris, sintiendo como mi vagina se humedecía mientras me acariciaba sobre la tanga hasta el punto de no darme cuenta que mi esposo había salido de la habitación para abrir la puerta de la entrada a nuestro invitado (después mi marido me explicaría que había programado la cámara para que siguiera tomando fotos mientras el iba a la puerta).
Al regresar a la habitación, se acercó a mí y me preguntó que si me sentía lista, a lo que tuve que aceptar que me había masturbado hasta conseguir mi primer orgasmo y que estaba para lo que se le ocurriera (ya me había quitado tanto el baby doll como la tanga), de inmediato tomó mi mano y la puso en su miembro, yo lo acaricié hasta su base, sujeté sus huevos y me incorporé hasta poder lamerlos, chuparlos y sorberlos mientras con una mano lo masturbaba lentamente; volvió a preguntarme que si estaba lista y yo impaciente le contesté que estaba lista para lo que quisiera. No había terminado de decirlo cuando sentí entre mis piernas una lengua que me recorría de la rodilla al borde de mi vagina, asustada me quité el antifaz, levanté la cabeza y miré a mi marido sorprendida quien solo dijo "es tu otro regalo, te presento a Marco", quien poco caballeroso pero muy cachondo no cesó en sus lengüeteos; no supe que hacer, me encontraba extrañada y perpleja, intimidada y excitadísima, aunque lo estuve deseando durante toda la semana y estaba segura de quererlo, la sorpresa me tenía paralizada.
Mi marido no dejó que siguiera en mis pensamientos y me tomó del cabello me recostó por completo y dirigió su miembro directo a mi boca.

En ese momento, comencé a sentir todo lo que había estado fantaseando durante la semana, un calor sabroso me recorría desde la entrepierna hasta los labios que no dejaban escapar el duro pene de mi esposo que se acentuaba cada vez que Marco jugueteaba con su lengua entre mi ano y mi vagina. Mi marido me pellizcaba los pezones, con la mano entera mallugaba mis senos y yo poco a poco iba incrementando mi calentura al darme cuenta de la situación y reconocerme como toda una puta compartiendo mi cuerpo con dos hombres.
El trabajo que nuestro invitado hacia en mi entrepierna me llevó a un segundo orgasmo, solté el miembro de mi esposo y miré al extraño en mi rajita, la vista me excitó mas y le pedí que se recostara, me arrodille y mientras besaba a mi esposo le pedí que me cumpliera la fantasía, que me penetrara mientras mamaba a nuestro nuevo amigo. Marco ya se encontraba empalmado (su miembro es mas corto que el de mi marido, pero mas grueso, diría que bastante mas grueso), así que de inmediato ataqué mi nueva golosina introduciéndola hasta la base, en ese momento mi esposo me tomó de la cintura y en un solo movimiento me penetró hasta sentir sus huevos chocando contra mi. La sensación fue increíble, "¡Mujeres del mundo, fornicar con dos hombreees!", mi marido extasiado con la vista iba incrementando la fuerza de sus empellones logrando que mis nalgas bambolearan y mis tetas se mecieran de una forma tal que llegó un momento en el que comencé a sentir dolor, pero dolor que nunca deseas que termine, en cada embestida sentía como mi cabeza quería explotar al punto de dejar de mamar la verga de Marco en diversas ocasiones, lo que lo obligó a que se recorriera de manera que ahora el me mamaba las tetas que seguían al aire, hacía círculos con su lengua alrededor de mis pezones, con sus dientes los jalaba y al soltarlos me provocaba un sabroso escalofrío, mordisqueaba mi seno en el pliegue y los recorría hasta llegar a la otra teta para repetir la dosis.
Mis piernas sentían como escurrían los jugos de mi vagina por la excitación tan grande que estaba viviendo. Marco cambió de posición acomodándose de forma que inició a chupar y mordisquear mi clítoris, eso me provocó un orgasmo mas ya que mientras uno me cogía, el otro me mamaba y yo chupaba su verga. En ese momento, mi marido presionó mi cintura, indicando que estaba llegando al punto máximo de excitación llenándome con su esperma en un último empellón profundo. Yo deseaba mas, así que una vez que mi marido la sacó, sin mas permiso que mi putería, gatee hasta el miembro de nuestro amigo, acomodándolo en mi entrada, dándole la espalda me ensarté de una sentada y le pedí a mi esposo que se pusiera enfrente mío para limpiarle la verga que aun le escurría. Marco, se sorprendió, ya que mi esposo le había advertido que probablemente yo no quisiera coger con él, pero en ese momento ya no me importaba nada, solo deseaba seguir disfrutando de todo el placer de ese momento, así que mamé de nuevo a mi esposo y me cogí a Marco.
Llegamos a un momento donde mi marido nuevamente estaba duro y listo para la acción, al darme cuenta y sin dejar de moverme en el pene que disfrutaba, le dije que se había ganado el premio que tanto deseaba. Él no podía creerlo, desde la luna de miel hace 6 años me confesó su deseo de abrirme el ano, cosa que siempre me dio temor y le había negado. Ese día estaba tan agradecida que se lo ofrecí, le pedí que buscara con que lubricarme para hacerlo. Al salir de la habitación, yo me di vuelta y por fin conocí a nuestro amigo, no lo podía creer, mi esposo había buscado a un tipo con las características que siempre le dije que me gustaba, tenia cuerpo trabajado en gimnasio pero solo firme y marcado, no muy musculoso y casi lampiño. Me incliné permitiéndole alcanzar nuevamente mis senos y en ese momento lo dejé que fuera él quien pusiera el ritmo de la cogida, en eso regresó mi esposo con una botella de aceite de bebé, se puso tras de mi lamiéndome el ano, escupiéndolo, e intentando abrirlo con su dedo meñique hasta conseguirlo, en ese momento se incorporó y me hizo doblarme por completo, colocó su pene junto al de Marco e introdujo el suyo poco a poco, no lo podía creer, dos vergas dentro de mi en el mismo agujero, Marco se quedó quieto y mi esposo con un lento mete saca me arrancó otro orgasmo. Mi cuerpo no daba mas, estaba exhausta, pero ahí mi esposo se detuvo y dejó que Marco volviera a cogerme hasta que avisó que se vendría, me moví para que la sacara y lo ayudé masturbándolo, con la verga de mi marido dentro aun, hasta que explotó, no lo solté hasta que dejó de salir la última gota para limpiarlo a lengüetazos y chupadas. Con mis piernas temblorosas me recosté a un lado de nuestro invitado, estando de costado mi marido continuó cogiéndome hasta que se vino una vez mas dentro mío.
En ese momento me moví para que él se acostara junto a mí y así me quedé dormida, abrazando a mi esposo de frente y siendo abrazada por Marco por detrás.
Desperté a la mañana siguiente, Marco ya se había ido y mi marido ya se había levantado y bañado, estaba en bóxer en el comedor leyendo su "Expansión" y tomando café, aun amodorrada me dirigí desnuda con él, me senté en sus piernas, lo abracé, lo besé y al oído le dije: "Gracias por tan maravilloso regalo". Comenzamos a acariciarnos y cachondear, me levanté, empujé la mesa y me arrodillé frente a el, acaricié su miembro por sobre el calzoncillo, hasta que la excitación hizo que se asomara por el resorte de la cintura, le quité el bóxer y comencé a mamárselo, me tomó por el cabello, "obligándome" a metérmela hasta el fondo, cuando me soltó me levanté y aprovechando sus piernas abiertas, me senté en su miembro duro sin metérmelo aun y lo tallé con mi trasero hasta que comencé a fluir de mi vagina. Ahí lo acomodé y me ensarté en él haciendo movimientos de arriba abajo, adelante atrás y como le daba la espalda me sujetó fuertemente de las tetas.
No se sus hombres, pero mi esposo entre mas coge mas dura en cada cogida, razón por la cual no lo dejo mucho tiempo sin coger, así que yo obtuve mi orgasmo manteniéndose el duro. Cuando dejé de moverme, nos pusimos de pie sin que me la hubiera sacado aun, me volteó e hizo que me inclinara sobre la silla en que estaba sentado y dijo mientras abría la alacena "ahora si voy a tomar mi premio", destapó el aceite de bebé y dejó caer un chorro sobre mi ano, que se escurrió hasta su verga aun metida en mi. Con su pulgar sobaba en círculos mi ano y poco a poco lo introdujo hasta la uña haciendo movimientos lentos dentro de él, sentí dolor, pero me mantuve callada, se lo había prometido y además se lo merecía. Me fui acostumbrando al movimiento, al darse cuenta que ya no había resistencia sacó su pene de mi concha y dirigió su glande a mi apretado agujero, volvió a chorrear aceite e inició su intento por penetrarme, increíblemente obtuvo menos resistencia de la que ambos esperábamos, lo metió hasta la mitad y se detuvo, acarició mi espalda, se agachó y me la besó, me tomó de la cintura, me dio las gracias y de un movimiento la empujó hasta el fondo, no pude contener el grito, dolió, mucho, le pedí que la sacara, que no siguiera, pero no me hizo caso, se mantuvo sin moverse de nuevo, con una mano me acariciaba el clítoris haciendo que mi calentura volviera a incrementarse, cuando estaba calientísima otra vez, comenzó a cogerme el ano de manera que yo no pude dejar de gemir, soltando uno que otro grito de dolor hasta que fueron convirtiéndose en gemidos de placer, poco a poco fui comprobando que la estimulación anal es placentera y la disfruté mucho, sin embrago no alcancé orgasmo alguno, pero el escuchar como mi marido lo disfrutaba fue mas que suficiente premio por lo que me había regalado.
Una vez que terminó, lo bese nuevamente y me fui a bañar, el se quedó contento a disfrutar su café y su lectura.

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